Quiero hacer un homenaje a las comedias de enredo, siempre denostadas por los especialistas porque creen que no es ahí donde reside la esencia del sentimiento. Discrepo. La diversión forma parte de las vidas, ¿qué sería de nosotros sin grandes momentos de risas? En “Un balcón con vistas”, su autora, Laura Molpeceres, ha querido divertir al público presentando a cuatro personajes con los problemas propios de los treintañeros y de vivir en una gran ciudad compartiendo piso. Es decir, que les puede pasar de todo porque compartir piso es una de las experiencias que saca los más profundo de cada uno para sobrevivir a los difíciles momentos que nacen de la convivencia entre seres humanos.
Argumento servido en bandeja para demostrar el buen hacer de los cuatro intérpretes, a cuál más real en sus personajes. Maggie Civantos abre la obra y destapa la caja de los truenos con la “truculenta” idea de compartir piso. Maggie es un huracán escénico y convence siempre al más pintado en todo lo que hace y aquí no iba a ser menos. Jorge Monje da vida al personaje gancho de la historia. Difícil trance que él sabe pasar lleno de verdad y sin ningún exceso. Debería ser un habitual de nuestras tablas. David Tortosa, todo él es presencia escénica y además, en “Un balcón con vistas” sabe sacar las vueltas de su personaje para amarlo y odiarlo en cuestión de minutos, demostrando así su buen hacer hacia la madurez sobre los escenarios. Y Cristina Soria es comedia en sí misma y lo pone de manifiesto aportando vis cómica a raudales en la cúspide emocional de este montaje.
Afortunadamente, la comedia sigue viva y estamos dotados de autores jóvenes que, desde la cercanía, nos aseguran grandes comedias en nuestro país.
Calificación: Comedia de cercanía. Diversión garantizada.