AMOR DE MONO
Hay muchas clases de amor. Del amor al odio hay un paso. Pero sólo el Amor de mono es el que lleva a recapacitar a un primate sobre las situaciones más complicadas del amor. Tiene que ser un mono el que descubra que es el ser humano el que dificulta las relaciones, el que se lo pone difícil a sí mismo. Javier San Román ha puesto en boca del mono sus pensamientos entorno al amor. Manuel Martín Cuenca lo ha subido al escenario y le ha dado vida escénica.
El título Amor de mono no ayuda a adivinar lo que nos ofrece esta obra de teatro escrita por Javier San Román (candidato al premio Goya al mejor cortometraje de ficción 2008), pero atrae la atención del espectador. El mono es un hilo conductor en este montaje. Nos lleva de una situación a otra, de una percepción a otra, de un drama a otro, de una situación hilarante a otra. El mono es el comienzo de todo. Escapa, sale, huye y llega a un escenario del teatro para meter al público en situación. El mono es el que más sabe de las relaciones humanas. En su monólogo da todo tipo de explicaciones sobre las conductas sexuales de los hombres y después traslada al espectador a cada una de las situaciones que ilustran sus argumentos previos. Monólogo excelentemente interpretado por el joven actor Rodrigo Sáenz de Heredia que mimetiza e interioriza en la piel del primate y llega a impresionar al espectador como si se tratara de un mono asilvestrado caminando por la Puerta del Sol.
Y a partir de aquí el montaje va de situaciones increíbles, aunque llenas de realismo, a otras más sorprendentes que, incluso, pueden llegar a superar lo sobrenatural. La primera escena tiene lugar en una cafetería. La actriz Concha Delgado demuestra durante toda la obra, pero especialmente en esta escena, su inesperada vis cómica. Concha dota a la obra de momento para la carcajada con su gesto, con su voz y con el apoyo de un texto que permite hacer reir al público, pero el énfasis que la actriz demuestra sobre el escenario ensalza aún más los momentos de humor inteligente que el autor ha querido plasmar en Amor de mono.
Otro magnífico momento llega con la expresión corporal y especialmente vocal del actor Alejandro Vera. Quizá la escena parezca surrealista por tener dos personajes tan dispares en escena como un mono y un extraterrestre, pero la intrepretación de Alejandro hace válido este pasaje de la obra. Este momento fija con claridad que el director de Amor de mono, Manuel Martín Cuenca (también director de la película La flaqueza del bolchevique), se ha esforzado por ofrecer un montaje original y lo consigue con sus divertidos juegos escénicos.
La escenografía es sencilla, pero merece la pena destacar como con muy pocos elementos la compañía El mono desnudo ha logrado llenar un escenario de ambientes y entornos muy distintos a los que el espectador se puede trasladar con muy poca imaginación. Amor de mono es una obra distinta por la forma de tratar la temática, distinta por llevar al público hacia la sorpresa más insospechada y distinta por su puesta en escena, que al inicio crea alarma entre el público y a partir de ahí no sabrá en ningún momento lo que le espera.
TEATRO ARENAL
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