“Las heridas del viento” son las heridas que quedan en el alma de cada uno en algún momento de su vida tras no haber conseguido un objetivo pretendido. El autor de esta obra de teatro con mayúsculas es Juan Carlos Rubio, ese hombre con cara amable que mete un revés al espectador con esta función, que quizá lo necesite para que no se olvide de que tiene sentimientos que en ocasiones parecen perdidos.
Juan Carlos teje una historia que podría ser la de cualquiera que se aferra al último salvavidas en el océano para no afrontar la realidad y ese salvavidas sólo trae consigo infelicidad y amargura. Esa que nos contagia Kiti Mánver a través de su personaje. ¡Qué pedazo de personaje! Kiti lleva mucha carrera a sus espaldas, pero entre los amantes del teatro tendrá que ser recordada indiscutiblemente por “Las heridas del viento” y digo esto aún sin saber lo que le deparará su futuro profesional que ojalá que sea mucho y bueno porque es una pedazo de actriz. Ella ha sabido asumir un riesgo que la muestra en puridad, sin maquillajes, y eso va en beneficio de su personaje y sirve de realce a su excelente calidad interpretativa que aquí no puede estar más llena de verdad. Su partenaire en el escenario es Dani Muriel, poniendo alma a un joven que no da crédito a la casual revelación “post-mortem” de su padre con la que empieza la historia, que le llevará a conocer más a su progenitor y quién sabe si llegará a arrepentirse de su codicia por saber más. Muriel refleja fielmente lo que es la incertidumbre, la desesperación, la rabia y hasta el odio, sentimientos que penetran de tal manera en el ánimo del espectador que es imposible no salir del teatro impactado para unos días. Rubio-Mánver-Muriel han demostrado que son un trío ganador. Calificación: Una joya teatral.