¿Han vivido de cerca la ruptura de una pareja de amigos? Si su respuesta ha sido afirmativa pueden considerar que ya han visto esta obra de teatro, “Cena con amigos”. El mayor atractivo de este montaje es que ha estado dirigido por el argentino Daniel Veronese, quien ha cosechado grandes éxitos por nuestras tierras, además de ser maestro de actores y directores, aunque aquí se percibe muy poquito su mano. Romperé una lanza a favor del montaje y es que no cuenta con el mismo presupuesto que otros que ha dirigido el argentino en España, esto quizá influya. Pero donde realmente está el pinchazo de esta función es en la simpleza del texto elegido, que fue escrito por Donald Margulies. Me gustaría saber qué ha movido a esta compañía de teatro a poner en pie “Cena con amigos” porque provoca en el espectador, exactamente aquello que el teatro debe evitar, la indiferencia. Y, oiga, que los actores realizan bien sus interpretaciones, pero cuando desde el principio se sabe cómo va a acabar la cosa y cómo han llegado los protagonistas hasta esa situación pues el interés pierde toda la fuerza como una coca-cola bien removida. Calificación: Les dejará fríos y está el tiempo para buscar más bien… calorcito, que el frío ya se ha instalado ahí fuera.
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Bailando los huesos
Que a la gran mayoría nos gusta la juerga es algo más que evidente en un país como España. Que si a un montaje le sumamos una cena mientras disfrutamos de las ideas creativas de la compañía Teatro en el Aire, la noche puede apuntar maneras de las buenas. “Bailando los huesos” es precisamente lo que les acabo de contar, una cantina mejicana ambientada para sentirnos en el mismísimo D.F. donde se degustan unos magníficos burritos y otras delicias de la cocina del país centroamericano. “Bailando los huesos” es comida, diversión… y muerte porque la parca está muy presente durante toda la propuesta, tanto como que las tres protagonistas tienen por nombre algún sinónimo de muerte. Son ellas tres las que llevan al público a reírse de la muerte, esa por la que todos pasaremos, pero ¡ay, inconscientes los que piensen que sólo se van a divertir a costa del último trance! “Bailando los huesos” es una lavadora de los sentimientos donde el centrifugado llega a dar la vuelta al espectador, pero el resultado es purificador, limpia el alma y aleja la tristeza de aquellos rincones que un día no quedaron bien limpios. Este espectáculo tiene poco de teatro convencional y mucho de trabajo con los sentidos y de sentimientos a flor de piel alrededor de la muerte, tanto que hasta quizá lleguen a sentirse enterrados. Calificación: Esto es teatro para la purificación.
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