
Imagen del aeropuerto berlinés de Tegel
La burocrocia es algo que molesta soberanamente a quien se tiene que sumergir en ella en algún momento de su vida, vamos que la burocracia nos ha molestado, nos molesta o nos molestará a todos. Imagínense cuando esa burocracia es la que tiene que decidir el destino -en este caso los dos sentidos más habituales de la palabra aplican perfectamente- de una persona.
Una mujer filandesa, en tratamiento psiquiático durante varios años, decidió viajar hasta Berlín. Pero justo antes de volar decidió interrumpir su tratamiento médico. Cuando la señora aterrizó, sintió que el pequeño aeropuerto de Tegel pasaría a ser su hogar a partir de ese momento. Y la mujer se instaló entre aviones, maletas, prisas y azafatas.
Allí ha vivió durante tres meses, el tiempo que las autoridades alemanas tardaron en decidir qué hacer con la señora que no fue mucho más que contactar con un pastor finlandés que vivía en Alemania. El pastor gestionó todo para que la buena mujer fuera traslada a un hospital psiquiátrico donde podría seguir un tratamiento. Un médico finés, al conocer el caso de la enferma que se aferraba a vivir en el aeropuerto, se trasladó a Berlín junto con dos enfermeras para repratiar a la señora. Y he aquí donde interviene la odiosa burocracia. Las autoridades alemanas ahora no dejan salir a la mujer del país porque sería actuar en contra de su voluntad ya que ella quiere seguir viviendo en las instalaciones del aeropuerto de Tegel. Pero eso no es lo peor. Como en el aeropuerto no puede fijar su residencia, las mismas autoridades que le han denegado el regreso a su país la han enviado a un albergue para indigentes.
Como ejemplo de medida burocrática, espanta. Es anodino saber que un grupo de personas se preocupen por una enferma mental, para mantenerle en su entorno y para que pueda reiniciar su tratamiento y las autoridades de un país ajeno al suyo deciden el futuro de la mujer que enferma y desorientada optó por la vía más fácil: quedarse donde estaba.
La burocracia nos hace números, no personas. Somos un número de identificación y quizá sea hasta razonable. Pero las personas que forman el entramado burócrata deben sacar sus mejores intenciones y sus conductas deben ir encaminadas hacia la consecución del bien común. ¿Llegaremos a lograrlo?
Tienes toda la razón, tiene que haber de todo en este mundo…..Pero pueden lograr hacer que te desesperes.
¡Así que paciencia y a empatizar!
Aunque a veces… no hay quien pueda con el funcionario de turno que no quiere atender a razones…. pero tontos los hay en todos los lados…El mundo no es perfecto.
Esa es la clave, que sea sincera… y para eso sólo es posible pensar en positivo sacando de esa espera el mejor provecho. Si pensamos en negativo pero hablamos en positivo la falsedad se nota.
Es cierto, empatizar es la clave.
Después de haber soportado estoicamente esperas en las que se mezclan horas del café, con moscosos, con charlas entre compañeros, con otros intrépidos que como tú han decidido emplear su tiempo en estos insondables caminos de la burocracia, después de todo eso, digo, lo mejor que uno puede hacer es armarse con su mejor sonrisa, y su tono de voz más amistoso para que al final los trámites lleguen a buen puerto. Porque si da la casualidad de que a todo lo anterior unimos que puede que la persona que tenga que atenderte no tenga un buen día, quizás puedas acabar todavía más perdido….
Mi secreto, esperar en esas «interminables» colas en compañía de un buen libro y si es posible de tu música preferida. Calma el espíritu y hace que tu sonrisa sea sincera, palabra.
Burocracia… funcionariado… intentando cumplir un régimen garantista lo único que encontramos es un sistema rígido e inflexible que hace que la gente que comienza con mucha ilusión pronto se desanime…
No es muy corecto decir que el «vuelva usted mañana» o «ha salido a desayunar» no es un tópico, me encuentro con ello a diario en más de una ocasión y es increible ver que la hora del café es de diez a dos… es molesto, pero con una sincera sonrisa y una comprensión de que también ellos cumplen su trabajo puedes lograr que se pongan de tu lado…
La receta… empatizar.
En su papel está el Estado!!cuando por circustancias particulares,como es en este caso,la persona no se ve facultada de hacerse oir,o valer sus derechos… en cierto modo de representar su sentir o hacer valer sus derechos.
Creo que es loable que también hagan de defensor del diablo las instituciones y se atienda en su plenitud todas las necesidades de estas personas.
Derechos fundamentales de la persona muchas veces se anteponen a otros que racionalmente serian para nosotros más urgentes.
un saludo efecteros