Reconozco que a veces me da por algo y no lo suelto hasta que no pasan unos cuantos días o semanas. Me sucede muy a menudo con las biografías de algunos personajes que atraen mi atención. Llevaba yo una temporada muy relajada con el asunto hasta que ayer fui al estreno de «Evita». Tenía curiosidad por ver el montaje y ganas por ver «Evita» por primera vez. Con Paloma San Basilio era demasiado joven, no tenía yo edad para ir a ver el musical, aunque no fue por falta de gana. La película con Madonna no me atrajo nada. Así que aproveché y me fui al Nuevo Teatro Alcalá a ver esta producción del Auditorio de Tenerife, dirigida por Jaime Azpilicueta con el cartel como única referencia propia. Confieso que en la breve descripción que acabo de hacer del montaje ya hay varios elementos que me podían hacer presagiar que no sería el musical de mi vida.
Estreno. Cola de media hora de espera para recoger las invitaciones (vas invitado y te aguantas, a veces las pagas y tienes que chupar espera igualmente). Menos mal que estaba Epunto con su madre en la cola y eso adelantó un poco. Son encantadoras, dan conversación, hablamos de teatro, alabamos y criticamos y llegamos ya al punto de recogida bastante entretendos. Recorrí el largo pasillo del patio de butacas sin mirar mucho para los lados, no tenía yo el día para mucho palique. Llegué a mi sitio y una voz desde la oscuridad gritó: «No vendrás a mi lado, ¿no? ¡A mi lado no te sientas!» Reconocí esa voz. Era Mpunto con una copa de cava en la mano. «¡Cuánto tiempo sin vernos! ¡Sí, sí, mucho!» Le dije que está rejuvenecida con ese nuevo look. Lo agradeció cortesmente y hablamos sobre cosas suyas mucho en poco tiempo . En realidad, yo había tenido algunas ltiranteces laborales con Mpunto porque un día, en otro estreno… bueno, en fin, una salida de pata que tuvo en un momento inapropiado y no estoy yo ya para aguantar ni salidas de pata ni entradas de oca. Estuvimos distantes un tiempo hasta que un día se lo solté todo por whatsapp me pidió disculpas y me dijo que ella me quería mucho. Nunca la hubiese esperado, pero la vida te sorprende. Ahí me ablandé, lo reconozco públicamente. Pero no pasa nada, todos necesitamos que nos quieran.
Mpunto me dijo que había oído algún comentario negativo sobre las funciones previas de «Evita». Seguí acumulando más lastre. Se apagaron las luces, empezó el espectáculo y, como que estoy ahora sentado en el sofá de mi casa, no entendí nada de la primera canción, pero ni una palabra. Agudicé tanto el oído que el resto de los sentidos perdieron atención, como cuando estás buscando sitio con el coche y bajas la radio para ver mejor, ¡lo mismo! ¡Ay, Evita mía, que esto remonte, por favor! Poco, remontó poco. Me atrajo la historia, es decir, que el libreto de Tim Rice con música de Andrew Lloyd Weber tiene su atractivo, aunque no hace falta que yo lo diga aquí. El desarrollo me mantuvo atento y no vi caras intentando levantar los párpados con grúa. Tuve la sensación en varios momentos de que Inma Mira, Evita en la obra, estaba uno o dos tonos por encima del suyo, haciendo que su interpretación musical fuera poco natural y difícil de entender. Si no perdí anoche varias dioptrías es porque la naturaleza es sabia. Jadel interpreta al Che Guevara. Canta bien, pero recuerda más a Kent Militar que al guerrillero argentino. Otro estilismo lo haría más creíble. Ignasi Vidal desarrolla con soltura el papel del General Perón, canta y se le entiende a las mil maravillas. Destacan, por el contrario, tanto Miriam Reyes que interpreta a la chica de la maleta y Geni Afonso que da vida a Juana Ibarguren.
Nunca antes imaginé que podría acordarme tanto de Paloma San Basilio en un momento específico de mi vida. Salí tarareando «No llores por mí Argentina» pero la voz que retumbaba en mi cabeza era la de la primera Evita española. Muchos no pudimos ver aquel montaje de los 80 que, como este del 2016, estaba dirigido por Jaime Azpilicueta, pero algo de aquello estamos viendo sobre el escenario del Nuevo Alcalá en el siglo XXI o si no se repiten cosas, algún traje del vestuario debe ser de aquel montaje y desprende olor a guardado.
Acabo esta entrada y sigo investigando sobre la vida de Eva Duarte de Perón que tuvo una enganchada gorda con Carmen Polo cuando vino a España, dicen que se dejaron de hablar en doce días que estuvo en la Península Ibérica. Y lo del cadáver de Evita, que estuvo viajando de un sitio a otro cuando al final del régimen peronista profanaron su tumba y dicen que hasta hubo quien lo utilizó para contactos con el más allá. Me quedan varias biografías por leer y por ver la serie «Carta a Eva» que emitió TVE. Os dejo.
Me ha sorprendido mucho leer tu entrada, por cuanto yo me llevé una impresión contraria. Coincido, así rápidamente, en que el montaje tenía un aroma rancio y no puedo dejar de pensar que se debe a que se trata del mismo director de hace 35 años. Por no mencionar la espantosa proyección. Sin embargo, del trabajo actoral de los tres protagonistas y del elenco en general (algún manifestante poco entusiasmado vi) no tengo queja, sino lo contrario. Tenía a Evita por una partitura densa, quizás porque tengo muy metida en la cabeza la voz dulce de Paloma San Basilio, pero Inma Mira y Jadel me resultaron un dúo escénico formidable. Inma consiguió transmitirme toda la fuerza del personaje y al día siguiente tuve que correr a escuchar las versiones de Paloma San Basilio como único consuelo para poder seguir disfrutando del musical. Por supuesto, Ignasi Vidal fue un magnífico Perón, mucho más ágil que el que se puede escuchar en la grabación del 81. Aún hoy, busco cualquier vídeo o grabación de esta producción que consiguió reconciliarme con Webber.