«¡Por fin el público se ríe con un Chéjov!» La actriz María Pastor repetía feliz tras el estreno de «Tres años», la novela de Anton Chéjov, transformada mágicamente en obra de teatro por el excelso director de escena Juan Pastor que, según me consta, se ha desvivido por obtener un resultado como el que se puede ver sobre el escenario de su teatro, la Sala Guindalera.
Raúl Fernández da vida, en esta adaptación traída a la España de los años 30, al protagonista de la función y centro de atenciones de los personajes que le van rodeando. Raúl se viste el traje de Alejandro y sale al escenario para demostrar que esa vestimenta, entallada a su medida, da mucho de sí sin deformar las prendas. Raúl es una montaña rusa de emociones, toda ellas milimetradas, todas ellas exactas y precisas. Consigue que nos metamos en la vida del personaje y nos lo creamos. Esa es la función de un actor, un buen actor.
María Pastor no se queda atrás. Transmite al espectador, una vez más, la pasión que siempre demuestra con cada uno de sus papeles y proporciona el realismo necesario que debe tener toda interpretación. Con esta Julia enternece, estremece y se crece encima del escenario. María con la dirección de Juan aporta momentos conmovedores a veces conseguidos sólo con un gesto.
El resto de personajes interpretados por José Maya, Alicia González y el sorprendente José Bustos, que lo mismo interpreta que canta que toca el piano en esta función, son el complemento que aporta las pinceladas de humor y sufrimientos a la historia de amor entre Julia y Alejandro.
El amor es el centro de la vida de cada uno de los personajes de esta obra que con sus caprichos conformará el camino que marcará a cada uno de ellos con los giros que Juan Pastor ha querido darles desde la dramaturgia y desde esa dirección que no podía ser más precisa. Auguramos que el duro trabajo de Guindalera al completo será bien recompensada por el público madrileño a través de estos «Tres años».