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La bella de Amherst (Emily Dickinson)

El teatro necesita de historias que atrapen al espectador, primero, por lo que cuentan y, después, por cómo se cuentan. Los autores teatrales consiguen grandes inspiraciones en la biografía de personas significativas que, por su forma de vida y lo que han aportado a la sociedad, consiguen atrapar al espectador cuando su recorrido vital se sube a un escenario. Ese el caso del montaje “La bella de Amherst” que toma como referencia la vida a la poeta americana, Emily Dickinson, de Massachusetts para más señas como bien se encarga de enfatizar el autor de la obra, William Luce.

Cartel de "La bella de Amherst (Emily Dickinson)" en la Sala Guindalera

Cartel de «La bella de Amherst (Emily Dickinson)» en la Sala Guindalera

Juan Pastor dirige esta puesta en escena que nos acerca a un personaje prácticamente desconocido en nuestro país y del que apetece conocer más en profundidad después de adentrarnos en su vida y en su obra como espectadores del montaje. Pastor se ha encargado de hacer una selección de poesías de Dickinson tan cuidadas y atractivas que harán que más de un visitante de la Sala Guindalera no pare hasta hacerse con una buena compilación poética de la autora americana. La dirección de este montaje es delicada, enfatizando lo onírico, la atemporalidad y el particular mundo de Dickinson, una mujer aislada del exterior por voluntad propia dedicada a sus pensamientos y a la escritura, que disfrutaba de cada acontecimiento como si fuera el más grande de su vida. El personaje de Emily Dickinson está interpretado por María Pastor, esa mujer nacida para los escenarios, que da el máximo de sí misma en cada función con la máxima delicadeza y el mimo con que lo hace. Aquí se enfrenta a una hora y media de texto, sin replicas visibles, durante la cual invita a amar la personalidad de Emily Dickinson.

María Pastor es Emily Dickinson en "La bella de Amherst"

María Pastor es Emily Dickinson en «La bella de Amherst»

María Pastor busca en los vericuetos ocultos de la escritora para ofrecernos su personalidad más destacada y también sus miedos, sus sufrimientos y, sin duda, sus pasiones. Y lo consigue. Transmite el amor por Emily Dickinson y las ganas de ser en algún momento ella, con sus actos de locura incontenida, de la que a veces tanto necesitamos. Juan Pastor crea el clima adecuado con cada detalle. Llama especialmente la atención el juego que la protagonista mantiene con la luz que envuelve las situaciones por las que transcurre. Gran idea de dirección. La escenografía es un canto a la atemporalidad de la historia que ayuda a evocar el onirismo, tan adecuado para todo lo que pasa sobre el escenario.

Calificación: Buen teatro hecho con gusto.

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Ranking teatral del 5 al 11 de octubre

Empezamos esta semana por el estreno de la Sala Guindalera

DUET FOR ONE

Espléndido. Lo que han conseguido Juan Pastor y María Pastor, padre e hija en la vida, psiquiatra y paciente en “Duet For One”, es auténticamente esplendoroso. Este montaje es teatro en vena. Una dosis rematadamente pura de realidad, vestida esta vez de sufrimiento y desasosiego, por parte de mujer aquejada de esclerosis múltiple que ve cómo va perdiendo la capacidad de hacer lo que más le gusta que es tocar el violonchelo, y de ayuda convertida en revulsivo a través de ese terapeuta que empapa de realismo a su paciente. Juan Pastor ha sabido encontrar el punto justo en ambos personajes. Ese equilibrio entre el dolor y la cura tan difícil de gestionar porque el dolor de cada uno siempre es el peor y el médico sólo escucha a pacientes que van desfilando por su consulta. En “Duet For One” la escucha es verdadera y los resultados reales porque el espectador los palpa y los siente en sus carnes. No están forzados. Evolucionan naturalmente con el tratamiento teatral que se va aplicando. Calificación: Vayan a la consulta del médico como espectadores y salgan de la sala Guindalera como si hubiesen seguido un tratamiento paliativo.

Seguimos con el nuevo montaje del Teatro Circo Price

SEQUENCE 8

Después del bache en el camino que supuso para el Teatro Circo Price el estreno de “Capitalismo”, el circo estable de Madrid retoma su fantástica programación de la mano de la compañía canadiense “Le sept doigts de la main”, o lo que en castizo sería, los siete dedos de la mano. ¿Han visto ustedes alguna vez una mano con siete dedos? No, verdad, pues con esta compañía acrobática sucede lo mismo. Es tan sorprendente lo que hacen en cada montaje que o se ve o si no, nunca más habrá la oportunidad de disfrutarlo porque cada espectáculo es distinto y más sorprendente que el anterior. Estos ocho chicos son carne de teatro, músculo para la acrobacia e ingenio para la diversión. Ellos demuestran que en el circo no está todo visto, que aún se puede innovar y sorprender. Su precisión va más allá del espectáculo y sin ella su vida entraría en juego en cada representación. Pero es su naturalidad la que resta importancia a lo que hacen y permite creer al espectador que sus movimientos se consiguen con facilidad. Nada más lejos de la realidad. Los comunes mortales no podríamos realizar ni el uno por cierto de ese espectáculo. De ahí viene la consideración de esta propuesta circense como extraordinaria. Calificación: Boquiabierto me quedé y aún sigo.

Y acabamos con lo último de La Cubana

 CAMPANADAS DE BODA

Rara es la boda que por hache o por be no rompa la tranquilidad de una familia, de unos amigos o de quien se tercie porque la bodas sirven para unir a dos y desunir a más de uno. Ese es el repiqueteo de las campanas que la compañía La Cubana ha querido que suene, ahora, en su parada en Madrid, en el Nuevo Teatro Alcalá. Y como pasa en toda boda, el que lo vive en primera persona se entretiene pero el que tiene que aguantar los detalles de los preparativos contados por la novia, por la madre o por la tía no lo disfruta igual, es más puede hasta aburrirse mucho. Oiga, eso mismo que pasa en “Campanadas de boda” que los preparativos de la boda contados en forma de vodevil llegan a aplatanar al espectador y no negaré que esa primera parte del espectáculo tiene momentos divertidos aunque no en abundancia. Todo sea por llegar a disfrutar de esa segunda parte en la que aflora la boda y el ritmo, el tono y la expectación del público ante un espectáculo de La Cubana se dan por satisfechos. En ese momento cuando nada es ya lo que era y en unos segundos todo se transforma. La explosión de imaginación sumerge al público en un papel inesperado en el que las sorpresas, marca de la casa, y la diversión se suceden inevitablemente. Calificación: Tengan un poco de paciencia porque para llegar a la boda a veces los preparativos se hacen pesados.

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Tres años

«¡Por fin el público se ríe con un Chéjov!» La actriz María Pastor repetía feliz tras el estreno de «Tres años», la novela de Anton Chéjov, transformada mágicamente en obra de teatro por el excelso director de escena Juan Pastor que, según me consta, se ha desvivido por obtener un resultado como el que se puede ver sobre el escenario de su teatro, la Sala Guindalera.

Raúl Fernández da vida, en esta adaptación traída a la España de los años 30, al protagonista de la función y centro de atenciones de los personajes que le van rodeando. Raúl se viste el traje de Alejandro y sale al escenario para demostrar que esa vestimenta, entallada a su medida, da mucho de sí sin deformar las prendas. Raúl es una montaña rusa de emociones, toda ellas milimetradas, todas ellas exactas y precisas. Consigue que nos metamos en la vida del personaje y nos lo creamos. Esa es la función de un actor, un buen actor.

María Pastor no se queda atrás. Transmite al espectador, una vez más, la pasión que siempre demuestra con cada uno de sus papeles y proporciona el realismo necesario que debe tener toda interpretación. Con esta Julia enternece, estremece y se crece encima del escenario. María con la dirección de Juan aporta momentos conmovedores a veces conseguidos sólo con un gesto.

El resto de personajes interpretados por José Maya, Alicia González y el sorprendente José Bustos, que lo mismo interpreta que canta que toca el piano en esta función, son el complemento que aporta las pinceladas de humor y sufrimientos a la historia de amor entre Julia y Alejandro.

El amor es el centro de la vida de cada uno de los personajes de esta obra que con sus caprichos conformará el camino que marcará a cada uno de ellos con los giros que Juan Pastor ha querido darles desde la dramaturgia y desde esa dirección que no podía ser más precisa. Auguramos que el duro trabajo de Guindalera al completo será bien recompensada por el público madrileño a través de estos «Tres años».

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