La experiencia del espectador a la hora de ir a ver un montaje teatral he evolucionado mucho en los últimos tiempos y más aún en los últimos años. Los patios de butacas se están quedando obsoletos y cada vez más se está dando protagonismo a espacios alternativos que en otros tiempos, sus paredes, quizá nunca hubiesen imaginado que iban a albergar un obra de teatro.
La Sociedad Cervantina de Madrid es un edificio clásico en plena calle Atocha de Madrid que estos días acoge la obra de teatro “Las plantas” del autor y director argentino Pablo Messiez.
“Las plantas”, aparte de ser una obra de teatro, es un tratado sobre la soledad y la pena que ella que conlleva. Porque la soledad, buscada o impuesta, siempre hace aflorar la congoja de no tener con quién compartir, con quién aliarse o quién discutir. La soledad ayuda a descubrir rincones inexplorados de cada ser humano y así lo expresa Pablo Messiez en su creación teatral, en su creación ensayística, por qué no de decirlo.
Y como una planta florida se erige la actriz Estefanía de los Santos como protagonista de esta obra de teatro. Estefanía saca brillo a cada una de las hojas de esas plantas, a cada uno de esos momentos pensados, y quizá hasta vividos por Pablo Messiez, recogidos todos ellos en este montaje. Estefanía de los Santos, bajo la dirección de Messiez, consigue que el espectador se sienta parte del espéctaculo, se sienta como invitado al salón de Estefanía y contemple, con toda la naturalidad que esta mujer tiene dentro y fuera de las tablas, el dolor y la pena ajena. E incluso, “Las plantas” hacen crecer y pensar en la pena propia, en la de cada uno, en la de cada espectador. Y si todo esto viene acompañado de la música de Nina Simona la pena permanece para la reflexión.