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Trinidad

Trinidad es un nombre de mujer. Trinidad es el dogma católico que permite concebir la idea de que tres personas distintas son una única. “Trinidad” es también la historia de tres mujeres avocadas a sufrir en silencio los vaivenes del amor, confirmando aquello de que en las relaciones sentimentales tres son multitud. Si a la multitud que forman esas tres mujeres, unidas por el amor, le sumamos un entorno social enclavado en el momento más álgido del franquismo, aquello resulta ser sin duda una bomba de relojería. La autora de “Trinidad”, Ana F. Balbuena, empuja al espectador a darse de bruces con las dificultades que vivían las personas que, en aquel momento, se enamoraban de alguien del mismo sexo, quedando constreñidas a pasar sus días en un encierro voluntario con tal de poder estar al lado de quien amaban. Eso es lo que les pasa a Sole y a Trini, interpretadas por Lorena Toré y Marta Guerras. Sole se desvive por darle todo a Trini, incluido su amor. Trini parece moverse por otros intereses o, al menos, eso aparenta. No es que no quiera a Sole, pero es tal la frialdad que transmite que parece no estar a la altura del sentimiento de quien se muere por sus huesos. Para formar esa trinidad entra en juego Ángela, a la que da vida Cristina Bernal, a la que más de uno conocerá como “la Bernalina” que ha movido las plumas de su cabaret sicalíptico por más de un garito madrileño en los últimos años. Y hasta aquí puedo leer que no quiero ser tratado de “spoiler”, vamos, que no quiero que se diga que he destrozado la función, cosa que odio en cotas elevadísimas.

La mano de Nacho Sevilla ha hecho moverse a estas tres actrices en los salones de La Casa de la Portera como si estuvieran habitando su pisito costero de los años 60 y dota al montaje de una teatralidad que parece estar en peligro de extinción. La mirada de Marta Guerras interpretando a Trini produce incomodidad y su actitud, quizá un poco forzada al inicio de la función, deja atisbar que algo no va a salir bien. Lorena Toré es sin duda la que logra despertar más ternura en el espectador. Ella sufre, aguanta, acepta y todo lo hace por amor. Y Cristina Bernal está estupenda en ese personaje lleno de deseos encontrados que domina en los variados registros.

Calificación: En “Trinidad” se respira teatro

 

 

 

 

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Yo amé a Edgar Allan Poe

Me encanta el terror en el teatro, entre otras cosas, porque la imaginación tiene que trabajar mucho más debido a los limitados recursos de que el género dispone a la hora de contar historias. Edgar Allan Poe ha sido ensalzado a los altares del miedo por los relatos que escribió que para la época debían estar a la altura de la saga cinematográfica “Saw”, vetada en algunos países como protección a sus ciudadanos. Hoy, Poe, quizá no impacte tanto ni dé tanto miedo (el cine ha puesto una barrera bien alta al género) pero aún se puede llegar a inquietar con este autor.

Casi con seguridad, eso es lo que pretendió Pilar Massa, reconocida actriz y exitosa directora de teatro, cuando decidió homenajear a Edgar Allan Poe. Massa ha sabido crear el clima de misterio necesario en La casa de la Portera. Pasar la barrera de las diez de la noche dentro de esta sala con poca luz invita a hacer emerger la susceptibilidad al miedo al más pintado. La directora, además, es actriz junto a la maravillosa Carmen Mayordomo. Ambas ponen en pie “Yo amé a Edgar Allan Poe” dando voz y llenando de pasión las historias que narran. Massa y Mayordomo consiguen que la palabra sea la protagonista, precepto básico de este montaje en el que lo teatral queda en segundo plano por las características de la propuesta. Aún así, Massa y Mayordomo demuestran una vez más que son unas todoterreno de los escenarios y que sin duda pueden interpretar lo que se les ponga por delante.

Calificación: Estupenda narración de algunos relatos de Poe.

 

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Pequeños dramas sobre arena azul

Cuesta mucho ponerse al otro lado. Cuesta tanto conseguir lo que llaman “empatizar con quien está enfrente”. Es difícil llegar a imaginar cómo pensará el otro, cómo sentirá el otro o cómo vivirá el otro ese golpe vital que le cae del cielo, de repente, como un yugo y que debe saber soportar aunque no sepa por dónde le ha venido.

En “Pequeños dramas sobre arena azul”, su autor, Abel Zamora, expresa con palabras ese sentimiento silencioso a través de una fábula en la que los que habitualmente son menos tenidos en cuenta son los que provocan la emoción más conmovedora en el espectador. Estos dramas acumulados en forma de vivencias de cada personaje nos acercan al sentir más humano que tantas veces es pisoteado por aquellos que procuran un falso confort a cambio de dejar el corazón y la dignidad de sus víctimas por los rincones de la prisión que les proporcionan.

Después de ver este montaje, no se puede dejar de mencionar a ninguno de los actores tan delicadamente dirigidos por el autor del texto, Abel Zamora, que además da vida a uno de los personajes, lleno de ternura y de inocente idiotez debido a su lealtad. Marta Belenguer demuestra que domina el drama. Ella se siente en escena como sentiría cualquiera que atravesara por lo mismo. No tiene consuelo ante la crueldad de lo que le ha tocado sufrir. Raúl Prieto da con el personaje de lleno. Ese aire canalla, embaucador, descarado y egoísta lo tiene Prieto en La Casa de la Portera. La incomensurable Mentxu Romero no puede estar más bruta. Detrás de esa fina apariencia reparte desgracia a diestro y siniestro.  A David Matarín dan ganas de llevárselo a casa. Tan bueno, tan comedido, tan inocente que de pura ingenuidad termina por caer en el abismo. Y ¿alguien me dice de dónde ha salido Nuria Herrero? Increíble actriz. No tiene más energía escénica y más verdad, a pesar de su personaje, porque no se puede . Contundente en cada una de sus palabras. Se merece tener una ristra de fans teatrales que la sigan con devoción en todo aquello que signifique que ella ponga un pie en un escenario.

“Pequeños dramas sobre arena azul” es la muestra de los sentimientos de los otros, aliñado con un buen número de guiños cómicos al panorama televisivo de los últimos tiempos. 

Calificación: Buena utilización del ingenio innovador sobre los escenarios.

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La vida en blanco

Hay personas que pasan por la vida y otras que viven intensamente cada minuto. Las que viven intensamente siempre tendrán motivos para explotar sus ganas de vivir. Las que pasan por la vida están vacías, tienen momentos en blanco que no saben cómo llenar y eso les atrapa hacia un pozo. En La casa de la portera se puede disfrutar del monólogo “La vida en blanco” en el que su protagonista, María Fuentes, interpretada por Ana Rayo, trata de superar ese vacío en el que la vida le ha ido introduciendo. Ella nos habla de su infancia, de sus padres, de sus relaciones y, sin duda, de su vida. Una vida a la que se ha visto avocada sin desearlo. Una vida que podría haber sido mejor si el destino la hubiese acompañado. Una vida en blanco de la que trata de salir. Se encuentra en un momento de reacción y así lo muestra al espectador a pesar de que no sea una reacción física que el público pueda percibir. Todo transcurre en el salón de su casa entre su actividad cotidiana, pero ¿no es en lo que va surgiendo cada día como se consigue avanzar? Ese es, probablemente, el mensaje que quiere lanzar el autor de esta obra, José Manuel Carrasco, que además ha dirigido a Ana Rayo. Una Ana Rayo que saca la emoción de los más profundo de sus entrañas para regalárselo al espectador que reflexiona simultáneamente con la actriz sobre la vida del personaje y sobre la propia vida de los que observan serenamente por fuera e inquietos, por dentro, cuando se identifican con ella. Carrasco mezcla el lenguaje naturalista con el lenguaje poético y, entre ambos, consiguen evocar situaciones y emociones para entender que no es bueno vivir “La vida en blanco”. Calificación: Toda enseñanza sobre la vida es poca.

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Adiós Presidente, adiós

Que Pilar Gómez es una excelente actriz es algo que podrán confirmar todos aquellos que la vieron en “Mejorcita de lo mío” y que ahora en “Adiós Presidente, adiós” deberían ratificarlo uno por uno. Es ella la que abre la obra de teatro y pone en contexto a los espectadores de la situación que va a desarrollarse durante los siguientes ochenta minutos. Esta es una labor nada fácil en un lugar como La Casa de la Portera y menos aún cuando se tiene que explicar cómo es la compleja vida presidencial. Y aquí es donde empieza el gran lío porque puestos a sacar a la luz intimidades, todas las del Presidente de un Gobierno lejano, o no tanto, irán saliendo, algunas servidas en bandeja y otras dispuestas a ser descubiertas por el espectador. Pilar Gómez conmueve porque a su personaje le tocan grandes suertes y peores desgracias, al menos así las vive, por lo que la compasión y el odio se alternan dependiendo de lo que salga por su boca. Ignacio Mateos es el Presidente. Pocos saben cómo son los presidentes en la intimidad, quizá no se alejen mucho del que nos nuestra Mateos en esta dramaturgia de Anna Costa, confirmando que los políticos son odiosos tanto en público como en privado. Y del personaje de Eduardo Casanova mejor no contar nada. Es la gran sorpresa de la función y este chico lo defiende adecuadamente, demostrando su talento y su valentía aunque le toque interpretar una escena junto a Mateos, en la que el Presidente demuestra toda su prepotencia, donde la repetición de la idea hace que la escena pierda algo de fuelle, pero que tras unos minutos el montaje recupera fuerza sin dificultad. Calificación: Una buena forma de conocer lo que se cuece dentro de un palacio presidencial porque al final las intimidades interesan a todos.

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Ranking teatral semana del 19 al 25 de octubre

Comenzamos nuestro ránking con el montaje que más repercusión ha tenido esta semana en la escena madrileña

EL REY TUERTO

Contar los dramas con humor no es tarea fácil en una sociedad en la    que la lágrima fácil y el lamento ante la adversidad es el objetivo de muchos. El autor y director de este montaje, Marc Crehuet, ha sabido encontrar la esencia del teatro que no es otro que contar una historia que haga reflexionar al público, así de simple, pero tan poco conseguido en tantas y tantas ocasiones. Estamos cansados de oír hablar de la crisis y de sus consecuencias en un tono dramático y crispado donde la desesperación acaba con las ilusiones, con las ganas de hacer cosas nuevas. Y llega Marc Crehuet y tira por tierra esta visión de la desgracia. Aunque su rey sólo pueda ver la mitad, tuvo la mala suerte de que le reventaran un ojo y quedarse tuerto. Su visión abarca la globalidad del problema, de la crisis, de la protesta, en este lado y en aquel, en el sentido común y el sinsentido de los que, aunque tengan ojos, no ven más allá de sus narices. Parece que no hay muchas posibilidades de tratar estos temas con humor, ¿verdad? Pues coge el buen Crehuet y lo adereza en forma de comedia, abriendo una puerta para que entre una bocanada de aire fresco y renovador al teatro como medio reivindicativo y medidor de la realidad social. Y no es que el teatro, hasta ahora, hubiera dejado de ejecutar esta función, pero “El rey tuerto” aporta un plus, una nueva manera de enganchar al público con su forma de contar la parte de atrás de una historia que, perfectamente, podría haber sido real y pública. “El rey tuerto” es una de esas obras que crea afición al teatro no comercial y los amantes de las artes escénicas deberían estarle agradecidos.  Calificación: Corran a ver “El rey tuerto” a la Sala Mirador de Madrid.

La siguiente propuesta ha dado mucho que hablar

CENIZAS O DAME UNA RAZÓN PARA NO DESINTEGRARME

Siempre he admirado a los bailarines por su precisión y su memoria para recordar cuándo y cómo deben dar cada paso de una coreografía. Si esto es admirable sobre el escenario de un teatro, no les cuento cuando se tiene que hacer en el salón de La casa de la portera que no debe tener más de quince metros cuadrados y que se encuentra bordeado por las piernas y los pies de los espectadores (exclamaría una palabra descriptiva de admiración, pero este no es el lugar adecuado). El señor Chevi Muraday se ha sacado de su “coco” esta propuesta de danza contemporánea y la ejecuta milimétricamente junto a Alberto Velasco, sin llegar a rozar ni la punta de un zapato de ninguno de los veintitantos afortunados que en cada función disfrutan de “Cenizas o dame una razón para no desintegrarme” en La casa de la portera. Pero el mérito de Muraday no se queda sólo en la ejecución del trabajo… no, además consigue contar una historia, a través de la danza, y de los textos de Pablo Messiez y Guillem Clua, y logra que la trama se entienda, que eso sí que es difícil en la danza contemporánea. Lo que cuenta “Cenizas” es un drama donde los haya que podría estar perfectamente inspirado en una historia real, vamos, que no me extrañaría que así fuera. Sólo un aviso: si van a ver “Cenizas” sepan de antemano que ya nunca volverán a mirar un tenedor con los mismo ojos. Calificación: Es un montaje para encontrar su identidad, si es que la tiene perdida.

Acabamos el ránking esta semana con

 ESCRIBA SU NOMBRE AQUÍ

¿Problemas de identidad? Si cree tener alguno, en la obra de teatro “Escriba su nombre aquí” quizá le puedan ayudar a encontrar su origen. La compañía Cuarto y mitad analiza las distintas vertientes de la identidad desde el surrealismo para impactar más al espectador que está ya tan acostumbrado a vivir situaciones de este pelo que al final ve un reflejo de la realidad. Que cualquier persona tenga que gritar sus datos personales a los cuatro vientos por un motivo u otro, quiera identificarse con el lugar de dónde se viene o no encuentre un lugar donde poder echar raíces son algunos de los problemas que pone de relieve este montaje conformado por pequeñas escenas en torno, siempre, a los problemas con la identidad. Como toda propuesta formada por piezas cortas, el espectador termina apreciándolas de forma desigual quizá porque le lleguen más unas que otras, quizá porque unas son más atractivas que otras, no sé si en su argumento, pero sí en su forma de ser contadas. Hay que agradecer a la dirección de esta obra de teatro su talento a la hora de poner en marcha un montaje de esos que forman parte del “teatro de la escasez”, término acuñado por mi querido Emilio Williams y que yo ya he hecho mío porque define perfectamente el ingenio necesario para sacar adelante una obra de teatro sin presupuesto. Los directores, María Prado y Fernando de Retes, también actores en la función, han conseguido un viaje desde países lejanos, hasta el mostrador de la Administración Pública más cercana a la casa de cualquier pichi contando sólo con varias cajas de madera y algunas tizas. ¡Viva la imaginación! Calificación: Este es un montaje para apasionarse por un género como es la danza contemporánea

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Ranking teatral del 12 al 18 de octubre

Empieza nuestro ranking teatral con la propuesta de la excepcional Norma Aleandro.

MASTERCLASS

Dar vida a un mito es algo que desde la Grecia clásica hemos reconocido todos, seres terrenales y mitológicos, como una misión imposible. No es fácil. Pero se puede conseguir si quien lo intenta pertenecerá algún día a esa categoría a la que sólo llegarán unos cuantos inalcanzables. Este es el caso de Norma Aleandro intrepretando a María Callas en “Masterclass” en los Teatros del Canal. Enfrentarse a la Callas no debía ser tarea fácil ni en su época ni ahora. Y del enfrentamiento es de lo que trata esta obra de teatro de Terrence McNally. De cómo María Callas se enfrentaba a esas clases que tenía que impartir en la Academia Julliard de Nueva York, a las que no estaba nada acostumbrada, y de cómo sus alumnos se enfrentaban a las exigencias de la Callas, que no eran pocas. Hay quien ha dicho que la Callas no podía ser tan mala. No se confundan. No está siendo presentada en “Masterclass” como una mujer disfrazada con la piel del diablo. El personaje de María Callas sólo desea que sus alumnos triunfen con humildad y a base de esfuerzo y trabajo. Nada más. Norma Aleandro sufre una metamorfosis que nos impide ver ni un rastro de su piel sobre el escenario, donde sólo está la Callas, que sería más alta o más baja, más gorda o más delgada, más joven o menos joven, pero eso nos da igual porque estamos ante María Callas que se rodea de su pianista y de unos alumnos que nos deleitan con sus voces de soprano y de tenor. Qué más podemos pedir a un montaje: ópera en directo, teatro, la Callas y Norma Aleandro. Calificación: María Callas está en los escenarios de Madrid, no se la pierdan, y quizá a la salida del teatro se encuentren con Norma Aleandro.

Otro argentino, Pablo Messiez, afincado en Madrid, enmarcado entre los grandes ha estrenado esta semana:

LAS PALABRAS

Las palabras se las lleva el viento, pero desde luego no se llevará las de este montaje escrito y dirigido por Pablo Messiez quien demuestra que es capaz de dar mucho de sí en cuanto a ideas dramatúrgicas. Messiez da un giro en su carrera para introducirse en el surrealismo lógico. Lleva al espectador a conocer una situación impensable en su normalidad, una peste que nunca llegará, a la que Pablo Messiez consigue darle tal viveza, tal intensidad que esa realidad inventada pasa a ser creíble, sucede sobre el escenario. Tres actrices cargan con la responsabilidad de conseguirlo: Estefanía de los Santos, a la que no vemos hasta el saludo final porque no está ella sobre el escenario, quien está es un personaje que copia la fisionomía de Estefanía. Un delirio de verdad es Estefanía de los Santos, que el público la guarde muchos años; Marianela Pensado es la modestia, la sencillez y quien aporta la sensatez, todo ello en sus dosis justas y Fernanda Orazi es la transformista emocional, lo mismo odia que ama y el público empatiza con su dolor, con su sentimiento y con la pasión surrealista que generan sus personajes. Alicia Calot es la voz de estas palabras y Javier Gil, Javivi, es el saco de boxeo en el que descargar la rabia y la ira. Pablo Messiez ha transgredido su código habitual demostrando así su versatilidad como autor, seguro que nos seguirá dando sorpresas, y consigue hacer funcionar un mecanismo en el que el surrealismo, el verso y las palabras dan en la diana de la emoción del espectador. Calificación: Para seguidores y profanos de Pablo Messiez que aprecien las novedades escénicas textuales y la estética cuasi onírica.

La última propuesta de esta semana nos acerca a aquellos que nos fueron destacados en el mundo de la interpretación aunque fueron igual de grandes.

SECUNDARIO

Que sí. Que nuestros cómicos marcaron el camino de aquellos que hoy son nuestros actores. Estos que muchas veces exigen tener un coche a la puerta que les lleva de acá para allá siempre que mueven un dedo por la profesión. Afortunadamente, de esos quedan ya bien pocos y los que quedan  con esa forma de pensar es porque no han sufrido todo lo que un cómico tiene que tragar antes de subir a un escenario. Eso es precisamente lo que Antonio Velasco nos cuenta en “Secundario”, bajo la dirección de Fran Calvo. Un homenaje a los cómicos, a los perdidos, a los dejados de la mano de Dios que, sin embargo, durante siglos han sido los encargados de transmitir la cultura de pueblo en pueblo. Y así lo demuestra Velasco con los personajes que va interpretando durante los setenta minutos que dura la función, en esa que será, la gran tarde para el actor secundario que interpreta. Pero el secundario poca veces pasa  a ser cabeza de cartel porque todos estamos acostumbrados a encasillar mucho y a arriesgar poco. Ahí está Antonio Velasco siendo el protagonista, haciéndose con el escenario en soledad y ganándose al público por su versatilidad demostrando que un actor lo es ante cualquier personaje. De Fran Calvo sólo decir que ha sabido detectar la manera de mantener fija la atención del público ante lo que el actor está contando. Misión cumplida por parte del director en una función cuyo tema principal conoce el público en profundidad por las muchas veces que ha sido representado. Calificación: Para amantes del teatro, de lo que rodea al arte de la interpretación y de sus curiosidades.

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Las huérfanas

Nos trasladamos hasta un lugar que está a punto de cumplir su primer aniversario en nuestra ciudad y que, sin embargo, se ha convertido ya en un referente para el teatro independiente. Se trata de La Casa de la Portera, que durante este pasado año ha contado con éxitos tan sonados como Iván-Off. Ahora nos permite disfrutar de un montaje que por su singularidad está haciendo llenar la sala en cada función.

El montaje es “Las huérfanas” y está interpretado por el actor Jorge Calvo, naturalista en la forma de ejercer su profesión, y por el grandísimo, en cuerpo pequeño, José Martret. Dos hombres dando vida a dos huérfanas que hacen una llamada al significado de la amistad y permite al espectador recapacitar sobre la realidad de la frase “quien tiene un amigo, tiene un tesoro” a la que añadimos “si se sabe conservar, nos acompañará toda la vida”.

Con texto de Miguel Albaladejo, no se pierdan estas obra, “Las huérfanas”, que transmiten el verdadero fin de la amistad adornado con mucha ternura en todas las fases de la vida.

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Iván-Off

Vivir la experiencia Iván-Off sirve de terapia a la vez que se disfruta de puro teatro fuera del teatro. Y es que La Casa de la Portera mezcla los estilos de vida austera del Madrid de los años cuarenta con el ingenio y la creación más moderna que le ha aportado Alberto Puraenvidia. Esta casa acoge esta temporada la morada de Iván, con sus habitantes, y el hogar de la familia Leyva, personajes adaptados todos ellos por Jose Martret a una realidad actual a partir del Ivanov de Chéjov. Ellos conducen al espectador por las estancias en las que se derrollan las escenas. El público va en búsqueda del futuro de los personajes.

El eje central de la historia es el personaje de Iván, tejido por Martret e intepretado por un Raúl Tejón que se sale, un Tejón que encoge el alma del espectador y le acongoja hasta el punto de querer darle un abrazo para que encuentre consuelo, pero la finísima cuarta pared de esta sala y el respeto al teatro impiden al público, a pesar de las ganas, ser el paño de lágrimas de ese hombre que sufre y no se lo guarda. Raúl consigue aliviar la situación a través de la buena templanza que le da a Iván y con la esperanza para todos de saber que puede volver a sentir y a ser feliz.

El resto de los actores aportan la chispa de la función. Las miradas inquietantes de Rocío Calvo y David González marcan la tensión de lo que, como personajes, están viviendo, provocando la risa nerviosa del espectador. Maribel Luis, en el personaje de la señora Leyva, se la cuela doblada al público. Su excesiva hospitalidad inicial no puede encerrar nada bueno. Y a Roberto Correcher, «el honrado doctor», dan ganas de nominarlo y echarlo de la casa desde que se presenta por lo que de manipulador y tedioso tiene.

Iván-Off no deja indiferente. El personaje de Iván despierta el sentimiento, las ganas de luchar contra el hastío y la necesidad de hacer algo por salir del bucle que nos inunda. Iván-Off es uno de esos regalos que la escena madrileña deja caer fortuitamente. Han llegado los reyes fuera de época, sin escribirles la carta y sin el plantón de la espera en la cabalgata.

La Casa de la Portera

Calle Abades, 24 – Bajo Dcha

Reservas 649 39 75 71

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