Ir al cine a ver una comedia española en los últimos años supone salir de la sala con un buen sabor boca y un sonrisa en los labios. Pero a veces damos en hueso. En Dieta Mediterránea no se sale satisfecho del cine. A pesar de contarnos un historia que transcurre entre fogones, platos bien preparados y postres con excelente presentación a los sabores les falta sal, condimentos y ligazón entre ellos.
La película trata dos temas: la carrera fulgurante como cocinera de Sofia (Olivia Molina) y su vida sentimental con los dos hombres que la marcan para siempre, Toni (Paco León), su marido, y Frank (Alfonso Bassave), el tercero en discordia. De estas dos tramas que conviven en Dieta Mediterránea, la de la mujer luchadora, que busca triunfar en la profesión que ama, en este caso la cocina, puede mantener embaucado al espectador. Pero la historia sentimental de Sofía, por anodina, no hace más que quitarle realismo al film y decepcionar al publico.
El director de la película, Joaquín Oristrell, llevaba años queriendo llevar a la gran pantalla un guión basado en el éxito mundial que en los últimos años ha tenido la cocina española, con grandes representantes como Ferrán Adriá, creador del imperio empresarial elBulli, conocido casi universalmente por el buen hacer en su cocina.
Oristrell se ha esforzado por no darle un mero sentido gastrónomico a su creación cinematográfica y ha introducido el toque sentimental que no puede faltar en toda gran película. Pero en Dieta Mediterránea la historia de amor está deslavazada -término muy gastronómico-, insulsa, sin sustancia y, sobre todo, es difícil de creer.
En cuanto al elenco principal de actores, descatar los papeles masculinos y muy especialmente el trabajo de Paco León que salva parte de la película con sus intervenciones -las dos o tres carcajadas que se sueltan durante la proyección son gracias a Paco. Bassave es un actor correcto en este largometraje, obligado por circunstancias del guión a tener que mostrar varios desnudos gratuitos. Y a Olivia Molina le faltan tablas que podrá ir consiguiendo con otros trabajos y así meterá al espectador en la historia y la hará creíble. Recuerda a su madre, Ángela Molina, en alguna escena, aunque no tiene ese toque de ingenuidad y espontaneidad que la Molina ha transmitido siempre en su filmografía.
Los títulos de créditos dedicados a los promotores públicos de esta película -en su mayoría catalanes- sorprenden por la originalidad en su presentación al inicio de la película, pero resulta excesivo ese patrocinio en la escena en la que aparece un gran postre formado por una montaña de nata adornada con frutas variadas salteadas con banderitas catalanas… nuevamente cuesta creérselo.
Cine español versus Cine Americano, o cine Americano versus cine Europeo. No he visto esta película, pero no puedo dejar de comentar el efecto mental que tenemos cada vez que vamos al cine. Dependiendo del origen de la película que vamos a ver llevamos una u otra idea preconcebida. Me viene a la mente esa frase tan escuchada, » No, es que a mi el cine español no me gusta». Quizá por eso, lo que más disfruto, es entrar a una sala a ver una película de la que tan sólo conozco el título y una vez dentro, la magia del cine comienza.
Decididamente recomiendo ir a ver esta pelicula, tiene una interesante trama repartida entre fogones y trio amoroso culinario que es la esencia de los platos cocinados con amor. Un buen reparto, con toques de humor y excelentes actores, sobretodo Olivia Molina actriz con garra y fuerza, de casta le viene al galgo, y el conocido Paco León en un papel más serio del que nos tiene acostumbrado. Para mi un diez a las peliculas españolas!!
Esta noche iré a ver esta pelicula , combinación de 2 historias de amor, veremos que tal resulta