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30/40 LIVINGSTONE

El absurdo no es uno de esos géneros que, así de entrada, genere fenómenos de masas para acudir al teatro. A pesar de la premisa, esta es lo opción elegida por Sergi López y Jorge Picó para poner en marcha sobre un escenario aquello que se les pasa por la cabeza en tiempos como los que corren. En realidad, este “30/40 Livingstone” no se corresponde únicamente con la primera gracieta que a los dos actores les viene a la mente. López y Picó han querido denunciar los grandes males que acechan, especialmente, a nuestro país en los últimos tiempos. Todo un sin sentido como buena parte de lo que nos regala la actualidad política y social española. Pero no vayan a descartar pasar un magnífico rato con “30/40 Livingstone” porque piensen que otra vez se trata de un montaje que habla sobre las interioridades de la política. ¡Qué va! No se confundan. Todas las referencias claras son rápidas, genialidad de sus autores que hemos de agradecer porque así evitan ahondar sobre lo mismo que ya han contado otros montajes que han aprovechado el tirón del hartazgo que provocan los políticos. Lo verdaderamente fascinante de este montaje es lo que esconde, lo no evidente, lo que hace estrujarse un poco el cerebro para sacar conclusiones. Eso, y la interpretación de estos dos discípulos de Le Coq que muestran esa maestría en la forma de narrar en su estado menos corrompido. Calificación: El gran valor de este montaje está en la forma de transmitir el mensaje que, de primeras, convierte irrelevantes los problemas que nos acechan aunque el trasfondo contiene todo lujo de detalles.

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La función por hacer

Por fin vuelve a Madrid. Lo necesitábamos. “La función por hacer”, esa aclamada versión que Miguel del Arco y Aitor Tejada hicieron como experimento de la obra de Pirandello, “Seis personajes en busca de autor”, vuelve al teatro de la Abadía para disfrute de los madrileños.

Este desconcertante prodigio escénico consigue meterse al público en el bolsillo, transcurridos los primeros minutos en los que la presentación de los personajes descoloca al espectador mientras piensa en qué es lo que va a ver.

La vida vista desde el propio teatro, desde el surrealismo que supone ponerse al nivel de personas que no están, pero cuyos personajes tienen una autenticidad que es pura verdad.

 La dirección de Miguel del Arco en “La función por hacer” le alzó a la cúspide de su profesión en España. Convertir un trabajo que fue creado para ser visto en unas pocas funciones en el hall del Teatro Lara en el máximo exponente del teatro nacional no es por casualidad. El talento y la imaginación bien empleada están detrás del éxito de esta compañía, Kamikaze Producciones. El trabajo espléndido de los seis actores que están en el escenario para interpretar esta función que no tiene final hace que el espectador salga con un puñetazo en el estómago del que cuesta recuperarse.

Impacto y admiración se unen en el sentir de cada uno de aquellos que cada tarde, hasta el 9 de junio, podrán disfrutar de esta magistral obra de teatro que se puede ver en el Teatro de La Abadía. Lección de teatro, de verdad y de vida sobre los escenarios. 

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El diccionario

En el Teatro de la Abadía, en aquel entorno clerical muy laico hoy en día, encontramos sobre el escenario a la maravillosa primera dama de la escena española, Vicky Peña. Una actriz capaz de afrontar cualquier papel y defenderlo magníficamente como sucede en este montaje, “El diccionario, de Manuel Calzada Pérez, donde Vicky Peña interpreta a María Moliner, la creadora del diccionario alternativo al de la Real Academia de la Lengua, que luchó por facilitar a los hispanohablantes la consulta de nuestro propio lenguaje, con definiciones más reales y más justas.

Esta función, dirigida por José Carlos Plaza, nos traslada a los últimos años de vida de la señora Moliner y su convivencia con la enfermedad que padecía: una arterioesclerosis cerebral. María Moliner es un personaje que despierta el interés de todos cuantos amamos el castellano o el español, como se quiera llamar, ahora que se polemiza hasta con esto, porque al final es lo mismo.

En este montaje conocemos sólo una parcela de la vida de esta mujer luchadora, pero tiene una clara falta de ritmo y demasiado contenido técnico-médico que distrae al espectador de la atención a ese personaje. Eso sí, si quieren ver a una actriz como la copa de un pino, que sentir al personaje vivo e hiperreal, no se pierdan a la gran Vicky Peña.

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