
Penélope Cruz a su llegada a la gala de los óscars
A estas alturas ya son pocos los españoles que no saben que Pe ha ganado un óscar de la Academia de Hollywood a la mejor actriz secundaria de 2008 por Vicky Cristina Barcelona.
Hay quien no apostaba un duro por la madrileña, pero no sólo ahora en la última película de Woody Allen, sino desde el principio de su carrera. Es cierto que en sus inicios parecía la típica chica mona elegida como reclamo de juventud y buenas curvas -a las pruebas me remito en Jamón, Jamón-, pero poco a poco se ha ido ganando su lugar. Sus dotes interpretativas han ido mejorando y hasta aquí ha llegado, como poco.
Ahí la tienen, ganando un óscar merecidamente. Fue a recoger la estatuilla con un vestido de Pierre Balmain. Cuando el diseñador ideó el modelo, Pe no estaba ni en la imaginación de sus padres, como se suele decir. Un vestido vintage que lleva la friolera de 60 años colgado en la percha de la tienda (o eso es lo que yo he entendido).
La duda que surge ahora es si el precio será el mismo de hace 60 años o si tendrá precio de diseñador del 2009. Porque si los vestidos se revalorizan, visto como está el mercado del ladrillo, más de uno empezará a invertir en diseños de gala para vendérselo a las nasciturus futuras ganadoras de los óscars de los 70 -del 2000, obvio.
Pero con toda seguridad quienes más alegría habrán profesado por el premio serán los alcobendenses. Lejos de imaginar que el nombre de su ciudad saliese de los confines de la Comunidad de Madrid, han visto hecho realidad su sueño. Todo el plantel de megaestrellas del cine americano todavía tiene un zumbido en sus oídos en el que resuena el nombre de Alcobendas. Intuyo que con esta mención, Pe tiene ya asegurado el nombre de una calle en el nuevo barrio de Fuentelucha, que está a punto de inaugurar el Ayuntamiento de su pueblo natal, ahora ya ciudad. Baño de multitudes para la actriz. Lo estoy viendo.
Yo quiero parecerme a Pe. Quiero recibir un premio. Me da igual el que sea, pero eso sí, que me permita dar un discurso después de la entrega y agradecer a mi barrio de Usera que me acogiera hasta los 30 años. Quizá me quedaría sin calle, pero tendría la satisfacción, como Pe, de no renegar de los orígenes que me vieron crecer.