Sería difícil imaginar la obra de Federico García Lorca sin tener a la mujer como protagonista. La fuerza femenina nace de las entrañas de las miles de líneas escritas por el autor granadino en sus obras, dejando pocas alternativas a la imaginación para plantear esos dilemas humanos desde un prisma menos desgarrador. En «LO(r)CA» se mantiene la desazón lorquiana de las mujeres de La casa de Bernarda Alba, de Bodas de sangre, de Yerma y de Doña Rosita la soltera dando vida a esos personajes a través de otros tantos hombres que luchan por mostrar al mundo su homosexualidad sin ser juzgados como lo fue el propio Federico.
El israelí Barak Ben-David adapta los textos y dirige este montaje tomando un juicio como referencia para probar que el mismo sinvivir que tienen las mujeres que Lorca creó lo puede tener un hombre del siglo XXI que lucha por no sentirse distinto en su condición de homosexual. La defensa prueba la inocencia de sus representados mediante algunas escenas significativas de las cuatro grandes obras de Lorca remarcando que la lucha por la identidad sexual aún no ha terminado. Ben-David, con su magistral idea, lanza al estrado el que podría ser el verdadero clamor que Federico, enmascarado en sus personajes femeninos, vertía al mundo cuando se enfrentaba al papel en blanco. No puede ser más certera la idea de cambiar de posición el enfoque de los personajes. La bofetada le llega al espectador desprovisto de protección al contrastar que el mismo sufrimiento de esas mujeres ya clásicas lo puede tener un chaval en 2018.
Es el primer trabajo del israelí en España. Aire fresco sobre la escena que transporta un aroma al montaje con notas novedosas, poco habituales a este lado del Mediterráneo. El elenco que Barak Ben-David ha elegido para «LO(r)CA» es un traje a medida para esos actores camaleónicos (Javier Pietro, Juan Caballero, Raúl Pulido y Jorge Gonzalo) que ponen en pie personajes que luchan por conseguir la normalidad. Todos ellos transmiten en cada expresión, en cada gesto su rabia, su indignación, su necesidad de entrar en el olimpo de la normalidad. Montaje este muy destacable por contribución a favor de los derechos del colectivo homosexual que en pleno siglo XXI sigue afrontando no pocas dificultades.
Las crisis que todo lo ha inundado los últimos años nos ha hecho perder la perspectiva de la existencia de un submundo que siempre ha existido en España, que alguien definió como la España profunda, la España del subsuelo, la España que brilla, pero que existe y que no es fruto de la crisis porque siempre estuvo ahí y, desgraciadamente para los que la habitan, siempre seguirá ahí, integrada por personajes que nunca destacarán por el reconocimiento positivo des sus habilidades profesionales que subsisten gracias al ingenio que conforma su ADN, transmitido en su información genética.