El huerto de guindos

Grande, enorme, inmenso es “El huerto de guindos” que Raúl Tejón ha dirigido a partir de la versión que él mismo ha hecho de “El jardín de los cerezos” de Anton Chéjov. La historia que cuenta Tejón es bastante fiel a la original del autor ruso, pero es su mano, como director, la que hace que la vida de estos personajes afecte de verdad al espectador. Y esto se consigue gracias al trabajo de esos impresionantes actores que van contando el devenir de la familia protagonista y el futuro que correrán su casa y su huerto debido a los tiempos de crisis que corren. Tendría que haber un Nacho Fresneda en cada obra que se representase en un teatro español. Su trabajo es magistral porque es una lección de interpretación para todos aquellos que quieran saber cómo lidiar en un escenario, a pesar de la facilidad que podría conducir a este actor a exagerar ese personaje. Pues ahí ha estado Raúl Tejón para modular el grado de intensidad y Fresneda ha sabido aprovechar la línea marcada. De Carles Francino ¿qué decirles? Que lo menos que se merece por este trabajo es un premio como actor revelación en escena. Por mucho teatro que se tenga visto, lo de Francino y su naturalidad sobre el escenario impacta. Eso es ser un actor, eso es tener madera de actor, eso es el talento. Gracias, musas del teatro, por regalarnos esta clase de intérpretes. El resto del elenco está a la altura, sin duda alguna. Esa Consuelo Trujillo que no puede ser más incrédula ante lo que le está sucediendo; esa Bárbara Santa Cruz con esa inocencia resabiada; esa Alicia González y ese David González que, sin ser hermanos, se complementan como si lo fueran y que tienen el difícil papel de hacer más distendida la carga emocional de la historia; ese Germán Torres al que le pierde la altivez de lo que un día fue; esa Sabrina Praga que tiene unos ojos que no le caben en la cara y con ellos lo dice todo y ese Felipe Vélez que no puede despertar más ternura. “El huerto de guindos” destaca por lo que cuenta, por cómo lo cuenta e involucra al espectador, más aún estando en La casa de la portera, en la difícil tragedia que inundará a los personajes. Este montaje impone por la imprescindible oportunidad que da de ver una calidad actoral y una dirección para rendir pleitesía. Calificación: Imprescindible. Dense en gusto de poder decir dentro de unos años “yo la vi”.

 

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No son maneras de tratar a una dama

Que sí, que lo podemos afirmar, que en España se pueden ver musicales de calidad y con grandes profesionales al frente sin tener que estar ahorrando meses para verlo. Tenemos el ejemplo ahora mismo sobre las tablas del Teatro Alfil con el montaje “No son maneras de tratar a una dama”, que cuenta la historia, en tono de comedia, de un asesino en serie y de las peripecias que vive el inspector que tiene la misión de detenerle. El asesino es David Ordinas que lleva el musical en las venas y lo demuestra a través de la soltura escénica que plasma con toda su profesionalidad. No se queda atrás Jorge Gonzalo, el inspector. También curtido en teatro musical, derrochando aquí voz e interpretación. La novia del inspector es Laura Castrillón, una rubia explosiva que pondrá entre la espada y la pared a su prometido harta de su dedicación al trabajo y la investigación. A Castrillón le va el papel como anillo al dedo. Y nuevamente vuelve a sorprender con otra llamativa faceta interpretativa la versátil Inma Cuevas que afronta todos los papeles que le echen y sin poder poner un “pero” a su interpretación en ninguno de ellos. En “No son maneras de tratar a una dama”, Cuevas interpreta y de qué manera, pero también se atreve a cantar… pues hasta eso lo hace bien, ¡qué mujer! Se evidencia en este montaje que la mano de su director, Pablo Muñoz-Chápuli, está cogiendo soltura en la dirección del teatro musical, aportando calidad, en este montaje sí, a pesar del apretado presupuesto que hace agudizar el ingenio. Como ejemplo, la simpática manera de resolver los cambios de escenografía a través de la proyección de esas viñetas cincuenteras que dan frescura al montaje. Calificación: Existe vida en el teatro musical más allá de las grandes avenidas.

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Haz clic aquí

Las redes sociales y la tecnología de la comunicación ya están llegando a ser las protagonistas de muchas obras de teatro. Son varios los ejemplos que ahora mismo tenemos en nuestra cartelera. Pero vamos a destacar en este espacio el que lleva por título “Haz clic aquí” firmado y dirigido por el joven dramaturgo José Padilla, que ha sido recientemente galardonado con el Premio Ojo Crítico 2013 que otorga Radio Nacional A través del texto de “Haz clic aquí” se cuestiona el sesgo que las redes sociales pueden llegar a generar a la hora de juzgar un suceso expuesto a la opinión pública a través de los avances tecnológicos. Un amalgama de conflictos surgidos de inicio por la defensa más básica de los derechos del agredido derivará en la defensa de los propios intereses de cada uno de los protagonistas alejados de lleno de la necesaria justicia. Una propuesta difícil para los actores que interpretan con gran calidad los distintos personajes que encarnan cada uno de ellos. Lástima que el exceso de realismo en la escena clave, que explica como aconteció el hecho que desbordó la opinión pública, haga descuadrar algunos de los razonamientos que minuciosamente se han ido dando durante el desarrollo de la función. Calificación: Bravo por los dramaturgos que van tomando el testigo de aquellos autores que les precedieron.

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El divorcio de Fígaro

¿Quién no ha oído hablar de “Las bodas de Fígaro”? Fígaro se casó y ahí quedó la cosa, en lo operísitico, pero la vida del protagonista y su esposa siguió un sendero en la cabeza de Odon Von Horwarth, autor de “El divorcio de Fígaro”. Un texto que, aunque ambientado en los años 30, podría estarse viviendo actualmente por muchas de las cosas que en él se cuentan. No hemos aprendido nada en los últimos ochenta años si volvemos a caer en errores similares. Fígaro y su esposa van tras los pasos de sus señores, los Condes de Almaviva, y fielmente les acompañan en su destino que hará cambiar el de la pareja protagonista hasta llegar a que suceda lo que todos ustedes imaginarán dado el título de la obra. En el trayecto, Alfonso Lara, director y protagonista de la función, ha enriquecido a los personajes con gestos y actitudes que los ponen a todos ellos en situaciones inusuales que permiten la carcajada del público. Pero no todo es comedia en “El divorcio de Fígaro” porque el verdadero trasfondo está en el dolor y la destrucción que supone el desarraigo de la tierra impuesto por la barbarie ideológica y política que toca directamente a los protagonistas. Espléndido elenco actoral en el que está muy complicado destacar el trabajo de unos sobre otros. Calificación: Comprobación de que la historia, si no lo evitamos, puede ser cíclica.

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Tirano Banderas

Por Paloma F. Marco

Cuarta vez que se representa Tirano Banderas en Madrid, desde la publicación de la novela homónima en 1926 y su primera representación en los años setenta dirigida por José Tamayo. Impedimentos legales de los descendientes de Valle Inclán aparte, esta sequía se debe a la complejidad de poner en escena el singular mundo literario de este sin par autor, con su lenguaje propio y su particular visión del mundo y de los personajes de sus textos. Exponente máximo del “esperpento”, Tirano Banderas aborda la caída de un perverso y despótico dictador de una región sudamericana ficticia, que se ha mantenido en el poder con el terror y la opresión por bandera, de cómo afecta esta situación al comportamiento de los distintos colectivos sociales y de cómo un movimiento revolucionario le derroca utilizando su propia zafiedad y torpeza. Oriol Broggi ha querido alejarse de la figura tan amenazantemente grande que pueda resultar Valle-Inclán: se ha criticado la oscuridad y tenebrosidad que se cierne durante los dos actos, frente a la luz y alegría de los países tropicales en el que, supuestamente se enclava la acción pero, ¿no es así como se ve una región sometida al horror de una dictadura? También se ha señalado el exceso de gritos dramáticos, la confusión de acentos y el desdoblamiento del casi medio centenar de personajes de la novela entre los nueve actores de la representación; pues he de decir, que si bien es cierto que en la primera parte impera cierta confusión y alboroto con los cambios de papel y acciones frenéticamente desencadenadas, es precisamente el arduo e impresionante trabajo de los distintos actores de nacionalidades española e iberoamericanas (fruto del Proyecto Dos Orillas, entre ambos continentes), lo que enriquece y da un juego que, en definitiva es lo que pretende Valle-Inclán: prender la llama de la imaginación. La segunda parte asienta más la acción y da lugar a deleitarnos más despacio con actuaciones magistrales como las de Pedro Casablanc en su papelón de coronel y también de “cabaretera” (imperdible), una siempre inmensa Susi Díaz y unas impecables y emocionantes interpretaciones de la porteña Vanesa Maja y el mejicano Joaquín Cosío. Quizá la imagen del Tirano, como en sus antecesoras obras, queda algo difuminada y carente de fuerza, pero hay que quitarse el sombrero ante la calidad y el esfuerzo interpretativo y físico de todos los actores. Calificación: Para “valle-inclaneros” no puristas y amantes de las buenas interpretaciones.

 

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Premios del Público Broadway World

Las entregas de premios suelen producir pavor a todos aquellos que asisten a la respectiva gala ya sea como premiado, nominado, acompañante de premiado, simple invitado o mero telespectador, cuando se retransmiten por televisión. El lunes pasado en el Teatro Lope de Vega de Madrid se entregaron los 3os Premios Broadway World del Teatro Musical. Sólo montajes musicales estaban jugándose el reparto de quiénes fueron los mejores para el público en la pasada temporada en las distintas categorías, que no varían mucho de las categorías de otros premios teatrales, salvo en que se entrega el premio al mejor cartel, sí, lo que se agradece bastante ya que la imagen de un cartel es el reflejo del alma de toda propuesta teatral. Los señores de la revista digital Broadway World encabezados por su director, Juanjo González, hicieron disfrutar al público de una entrega de premios atípica. Ya lo habían hecho en las dos entregas de premios precedentes, celebradas en la Sala Triángulo, a punto de desaparecer para renovarse, y en el Teatro Alfil respectivamente. Allí ya se intuía que estos premios tienen un toque de distinción, marcado claramente porque los premiados no suben a recoger el premio si no que el premio baja al patio de butacas a buscar a su ya dueño. Gran acierto. Los Premios Broadway World en tres años han conseguido plantarse en plena Gran Vía y nada menos que en el Teatro Lope de Vega. Lo que se pudo ver en este gala 2013 corresponde sin lugar a dudas a lo que sería un montaje musical en toda regla. Magníficos números, grandes voces, sorpresas y pasión por el género. Los premios estuvieron repartidos aunque si hay que dar un ganador diríamos que fue “La llamada”, de Javier Calvo y Javier Ambrossi… como eran los premios otorgados por el público, no es de extrañar que ese fuera el resultado, aunque si quien los hubiese otorgado fuera un jurado también habría habido espacio para la crítica, sin duda. Los premios siempre son así porque debería haber tantos ganadores como público hay. Enhorabuena al equipo de Broadway World y a seguir haciendo que nos apasionemos, aquellos que no lo sentíamos, poco a poco por el teatro musical. Calificación: De cómo una gala de entrega de premios puede ser entretenida.

 

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30/40 LIVINGSTONE

El absurdo no es uno de esos géneros que, así de entrada, genere fenómenos de masas para acudir al teatro. A pesar de la premisa, esta es lo opción elegida por Sergi López y Jorge Picó para poner en marcha sobre un escenario aquello que se les pasa por la cabeza en tiempos como los que corren. En realidad, este “30/40 Livingstone” no se corresponde únicamente con la primera gracieta que a los dos actores les viene a la mente. López y Picó han querido denunciar los grandes males que acechan, especialmente, a nuestro país en los últimos tiempos. Todo un sin sentido como buena parte de lo que nos regala la actualidad política y social española. Pero no vayan a descartar pasar un magnífico rato con “30/40 Livingstone” porque piensen que otra vez se trata de un montaje que habla sobre las interioridades de la política. ¡Qué va! No se confundan. Todas las referencias claras son rápidas, genialidad de sus autores que hemos de agradecer porque así evitan ahondar sobre lo mismo que ya han contado otros montajes que han aprovechado el tirón del hartazgo que provocan los políticos. Lo verdaderamente fascinante de este montaje es lo que esconde, lo no evidente, lo que hace estrujarse un poco el cerebro para sacar conclusiones. Eso, y la interpretación de estos dos discípulos de Le Coq que muestran esa maestría en la forma de narrar en su estado menos corrompido. Calificación: El gran valor de este montaje está en la forma de transmitir el mensaje que, de primeras, convierte irrelevantes los problemas que nos acechan aunque el trasfondo contiene todo lujo de detalles.

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Mc BETH INTERNATIONAL GROUP – MBIG

Verán, los clásicos no son fáciles. Unos por el verso, otros porque cuentan historias que tocan muy de lejos al espectador, otros porque no se sabe ya qué posición adoptar en la butaca y así podríamos conseguir con una larga lista de motivos. Pues llega el bueno de Jose Martret, actor, adaptador teatral, director y empresario teatral, (suena fuerte, pero lo es) y monta un Macbeth en la que fuera la casa de la cupletista la Bella Chelito en la calle Huertas de Madrid. Cóctel explosivo con resultado de un Shakespeare a altura de cualquier mortal, quizá menos versionado de lo que en principio se pueda dar a entender, pero sí mucho más cercano que otro Macbeth. Muchas de las ideas que aquí tiene Martret son geniales. Por ejemplo, esas brujas, Rocío Calvo y Maribel Luis, siempre estupendas ellas, que son representadas como tantas brujas de andar por casa, conocidas de todos y que auguran futuros sin más base que una intuición, a veces, fallida. Francisco Boira carga con el peso de ser Macbeth, ardua labor para un actor y más aún cuando el espectador está a menos de un palmo, quizá cuando Boira esté más adaptado al espacio, ese Macbeth respirá más seguridad. Quien sorprende, como en cada una de sus actuaciones, es Inma Cuevas. Es una magnífica maestra de ceremonias con una capacidad sobrenatural para interpretar lo que le echen (tiene ahora mismo tres montajes distintos en cartel) y para atraer al espectador, tanto que en la escena final más de uno no podrá separar la vista de su cara que muestra el ingente sufrimiento que se avecina para su reino y que logra conquistar, una vez más, el escenario para delicia de sus lacayos. Inma Cuevas, ora pro nobis. Y todo ello en un espacio, único, singular, distinto, adaptado a las necesidades y que, en ocasiones, quita protagonismo a lo que sucede en la escena porque la selección de elementos decorativos es tan cuidada que es inevitable que la atención se distraiga. Calificación: El Macbeth de siempre en un entorno muy próximo a nuestros días.

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CUESTIONES CON ERNESTO CHE GUEVARA

Ernesto Che Guevara fue un revolucionario que se metió en política con el fin de liberar al mundo. Esa fue su gran batalla. Pensaba que estaba en el buen camino, siendo ese ideal el que le llevó hasta África para luchar por su libertad. Pero en Bolivia su ambición tocó a su fin. Allí fue herido, arrestado y trasladado a la escuela de La Higuera donde acabarían con su vida. La obra de teatro “Cuestiones con Ernesto Che Guevara” reproduce, en una versión libre del autor José Pablo Feinman, cómo sería la última noche del Che. Probablemente, sus últimas horas de vida tuvieron poco que ver con lo que cuenta este montaje, pero al espectador le ayuda a conocer más la figura de este luchador cuyo único fin era la libertad de los pueblos. Son muchas las preguntas que responde el protagonista de esta obra, sus motivos, sus necesidades, sus imposiciones, sus rivalidades. Una buena forma de conocer de cerca la historia guerrillera del Che Guevara a través de la interpretación de sus tres actores Esteban Pico, Marina Skell y Rodrigo Villagrán. Calificación: Un claro ejemplo de la misión instructiva que también tiene el teatro.

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Las heridas del viento

“Las heridas del viento” son las heridas que quedan en el alma de cada uno en algún momento de su vida tras no haber conseguido un objetivo pretendido. El autor de esta obra de teatro con mayúsculas es Juan Carlos Rubio, ese hombre con cara amable que mete un revés al espectador con esta función, que quizá lo necesite para que no se olvide de que tiene sentimientos que en ocasiones parecen perdidos.

Juan Carlos teje una historia que podría ser la de cualquiera que se aferra al último salvavidas en el océano para no afrontar la realidad y ese salvavidas sólo trae consigo infelicidad y amargura. Esa que nos contagia Kiti Mánver a través de su personaje. ¡Qué pedazo de personaje!  Kiti lleva mucha carrera a sus espaldas, pero entre los amantes del teatro tendrá que ser recordada indiscutiblemente por “Las heridas del viento” y digo esto aún sin saber lo que le deparará su futuro profesional que ojalá que sea mucho y bueno porque es una pedazo de actriz. Ella ha sabido asumir un riesgo que la muestra en puridad, sin maquillajes, y eso va en beneficio de su personaje y sirve de realce a su excelente calidad interpretativa que aquí no puede estar más llena de verdad. Su partenaire en el escenario es Dani Muriel, poniendo alma a un joven que no da crédito a la casual revelación “post-mortem” de su padre con la que empieza la historia, que le llevará a conocer más a su progenitor y quién sabe si llegará a arrepentirse de su codicia por saber más. Muriel refleja fielmente lo que es la incertidumbre, la desesperación, la rabia y hasta el odio, sentimientos que penetran de tal manera en el ánimo del espectador que es imposible no salir del teatro impactado para unos días. Rubio-Mánver-Muriel han demostrado que son un trío ganador. Calificación: Una joya teatral.

 

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